Ya no se viajaba prácticamente con repertorio, ya normalmente todo se centraba en un solo espectáculo, en dos a lo sumo, con lo cual los actores se aprendían perfectamente sus papeles y esto hizo que el Apuntador fuese perdiendo protagosnimo y que a finales de la década de los sesenta, fuesen empezando a desaparecer las conchas de los escenarios, ocupando a partir de ese momento el Apuntador los laterales del escenario, eso fue, quizás, el principio del fin de la vida del Apuntador, que en ese momento, no se daba cuenta e lo que se le venía encima, si bien seguía siendo necesario, en los ensayos sobre todo.
Destacar que en esta época ya se empieza a intentar conseguir por parte de los actores y los técnicos, el día de descanso semanal, por lo que se empieza a luchar mucho para hacerse con esa buenísima mejora, primero se consiguió, tras durísimas negociaciones, que se quitase una función semanal, la del domingo por la noche y poco después el día completo de descanso.
Fue la década de los setenta una época sin muchos cambios, eso sí, la técnica iba avanzando a pasos agigantados y esto hacia que esa nueva técnica se fuera incorporando al mundo des espectáculo, lo cual, de alguna manera iba afectando al trabajo del Regidor, que tenía que asimilar esa nueva técnica, sin ningún problema.
Reseñar como dato histórico que fue en esta década, durante la transición política cuando desapareció la censura del mundo del espectáculo, censura que comenzó a funcionar desde que se instauró la dictadura de Franco, después de la guerra civil. La manera en la que operaba dicha censura eraque un día antes del estreno se hacia un pase especial para los censores; grupo de personas normalmente compuesto por dos o tres caballeretes con bigotillo perfilado como con lápiz, muy repeinados hacia atrás, vestidos con traje negro y corbata a juego. En ese pase estos personajes, decidían entre otras cosas, que textos había que suprimir por malsonantes, obscenos, o políticamente incorrectos, que elementos de vestuario había que retocar ya que siempre había alguna falda que tendría que ser más largo o algún escote que tendría que ser menos pronunciado, etc. En estos pases, se producían muchas tensiones y se pasaban muchos nervios, quizás más que en el estreno, ya que productores, artistas y técnicos se jugaban mucho ante los censores. Los productores ponían en juego su dinero, los demás su trabajo y como consecuencia también su sueldo, ya que lo malo no era que hicieran suprimir algún texto o corregir algún elemento del vestuario, sino que a veces tomaban la decisión radical de que bajo ningún concepto ese espectáculo se podría estrenar…..Tiempos pasados y que afortunadamente ya no volverán.
En la transición española, poco después de la muerte de Franco, y previniendo cambios que afectaran a las profesiones del Apuntador y del Regidor se dundó La Asociación Profesional de Apuntadores y Regidores, para estar unidos todos y luchar contra esos posibles cambios. Lo primero que se hizo una vez fundada esa Asociación, fue convocar a los empresarios teatrales para hacer un convenio por el que regirse en el futuro; no hubo muchos problemas, se hizo y se salió bastante bien parado de los acuerdos a los que se llegaron, acuerdos entre los que figuraba la obligatoriedad por parte de las empresas de contratar siempre a un Apuntador y a un Regidor en cada una de sus producciones, y que éstos puestos fuesen ocupados por miembros de dicha Asociación, lo cual en un principio aseguraba el trabajo para ambos en dichas producciones; para contratarlos las empresas o sus representantes tenían que acudir a la Asociación y de la lista de parados que había, elegir a los que creyese mejor para su nueva producción, también para reforzar más al Regidor, en ese convenio se puso la obligatoriedad del mismo a manejar el sonido cuando la empresa se lo reclamase, que era casi siempre.
Gran parte de los apuntadores, cometieron un gravísimo error, que unido a la práctica desaparición de la compañías de repertorio y de las conchas de los teatros, acabaron con la vida de esta profesión. A escondidas de la Asociación, los empresarios para ahorrarse parte del sueldo del Apuntador y viendo que una vez estrenadas las funciones, no eran necesarios, les propusieron pagarles un poco menos y que no era necesario que acudiesen a trabajar al teatro una vez se produjera el estreno, ellos encantados, también a escondidas de la Asociación aceptaron cobrar sin trabajar, les pareción estupendo, pero el empresario al paso del tiempo fue más allá y haciendo uso de esa situación, denunció que porque tenía que contratar a alguien que no le hacía falta, alguien que ni siquiera iba a trabajar, esa denuncia la sacaron adelante y dejaron de contratar a los apuntadores, salvo en raras excepciones como cuando en una compañía era contratado algún actor o actriz de cierto renombre y ya de cierta edad, que acostumbrados a trabajar siempre on un Apuntador, no eran muy capaces de hacerlo sin él. El Apuntador a partir de ese momento tuvo que buscarse la vida de alguna manera, unos, ya en edad casi de jubilación, se retiraron, otros se hicieron regidores y otros cambiaron de profesión.
Hoy sólo existen Apuntadores, y no los que se necesitan, en los teatros públicos, teatros dependientes del Ministerio de Cultura. La Asociación no duró mucho, se mantenía de las cuotas de los asociados, y claro, esos ingresos, con la desaparición de los apuntadores, y con los regidores que dejaron de pagarlas al no ver en esa Asociación futuro, ya que los empresarios también denunciaron y ganaron, que no tenían porque contratar un Regidor necesariamente que perteneciera a la Asociación, no se pudo mantener y desapareció a principio de los años noventa.
Los empresarios de teatro privado en la actualidad, contratan o no a los regidores, si los contratan es para que hagan su trabajo y alguno más, y si no lo contratan alguien acabará haciendo el trabajo de ese Regidor. En los teatros públicos, en cambio, si hay normalmente, un equipo de regidores para todas las producciones y eventos de distinta clase, que en esa unidad de producción teatral se hagan y además sus derechos y obligaciones están sujetas a un convenio único con la administración pública.